Eucaristía del Domingo 09 de Octubre de 2022
Domingo vigesimoctavo del tiempo ordinario
Salterio IV
Color: verde
INTRODUCCIÓN
En el evangelio de este domingo vemos que se presentan 10 leprosos ante el Señor para que los sane. La lepra es una enfermedad que en la Sagrada Escritura representa el pecado. Y no se refiere a un pecado individual, sino que es el pueblo entero, la sociedad entera, reflejada en los 10 leprosos que se le acercan.
Está claro que el evangelio no hace referencia a la enfermedad física, sino que se refiere a la enfermedad moral que deforma y deshumaniza a la persona y a nuestra sociedad. Cuánto nos vemos sometidos nosotros a un sistema que ha permitido toda forma de corrupción, la injusticia y la desigualdad, los abusos. Es la lepra de nuestro tiempo, que termina deformando al ser humano.
La propuesta de Cristo en el evangelio es una forma de vida diferente, distinta a la que muchas veces termina siendo aceptada por todos. Frente a un sistema que te incita a acumular, el evangelio te invita a compartir lo que tienes; frente a una sociedad que no perdona, el evangelio te invita a ser misericordioso; frente al tener que arreglártelas por ti mismo, el evangelio te invita a establecer vínculos profundos con los demás; ante la sospecha del otro el evangelio te invita a amarlo; frente al tener que competir con otros para surgir, el evangelio te invita a caminar juntos; frente a la cultura del bienestar el evangelio te invita a servir; frente a la explotación de la naturaleza, el evangelio te invita al cuidado de la casa común. En fin, frente a una forma de vida centrada en ti mismo, el evangelio te invita a confiar tu vida a Dios.
Estos leprosos se acercan al Señor pidiendo no la salud, sino la misericordia. Es interesante lo que sucede, el Señor los envía donde el sacerdote para que constatara la curación. Y en el camino todos quedan curados, pero será uno solo, un samaritano extranjero, el que regresa a dar gloria a Dios por lo sucedido. Tal vez en esto está el centro del evangelio de hoy: dar gloria a Dios con un corazón agradecido. Pensamos que Dios nos va a querer si somos buenos. Pero el evangelio de hoy nos muestra el amor incondicional que Dios nos tiene. Y es ese amor de Dios el que convierte nuestras deformaciones personales y culturales en belleza y vida. El camino que Cristo nos invita a recorrer, que es el del Evangelio, nos ira transformando y curando. Este nos va humanizando y transformando en personas bellas y buenas. Nuestro mundo necesita de esta belleza y bondad.
Antífona de entrada Sal 129, 3-4
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Dios de Israel, en ti se encuentra el perdón.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, que tu gracia siempre nos preceda y acompañe, y nos ayude en la práctica constante de las buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Volvió Naamán a donde estaba el hombre de Dios y alabó al Señor.
Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 10. 14-17
El profeta Eliseo mandó un mensajero para que dijera a Naamán, el leproso: “Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio”.
Naamán bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio.
Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le dijo: “Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor”. Pero Eliseo replicó: “Por la vida del Señor, a quien sirvo, no aceptaré nada”. Naamán le insistió para que aceptara, pero él se negó. Naamán dijo entonces: “De acuerdo; pero permite al menos que le den a tu servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor”.
SALMO RESPONSORIAL 97, 1-4
R/. El Señor manifestó su victoria.
Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos.
SEGUNDA LECTURA
Si somos constantes, reinaremos con Cristo.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8-13
Querido hijo:
Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Esta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso soporto estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna.
Esta doctrina es digna de fe:
Si hemos muerto con Él, viviremos con Él.
Si somos constantes, reinaremos con Él.
Si renegamos de Él, Él también renegará de nosotros.
Si somos infieles, Él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO 1Tes 5, 18
Aleluya.
Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. Aleluya.
EVANGELIO
Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 11-19
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!”
Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: “¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?” Y agregó: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”.
Oración de los fieles
Llenos de confianza en el Señor, oremos, hermanos, por todos los hombres y por todas sus necesidades:
Para que Dios conceda el espíritu de paciencia y de caridad a los cristianos perseguidos por su nombre y los ayude a ser testigos fieles y verídicos de su Evangelio, roguemos al Señor.
Para que Dios conceda prudencia a los gobernantes y honradez a todos los súbditos, a fin de que se mantengan la armonía y la justicia en la sociedad, roguemos al Señor.
Para que el Señor, el único que puede hacer prosperar el trabajo del hombre, bendiga los esfuerzos de los trabajadores y haga que la tierra dé frutos abundantes para todos, roguemos al Señor.
Para que Dios no permita que en la hora de nuestra muerte, desesperados y sin acordarnos de él, nos sintamos como arrancados de este mundo, sino que, confiados y con una gran paz, lleguemos a la vida feliz y eterna, roguemos al Señor.