Eucaristía del Domingo 15 de Enero de 2023
Domingo segundo del tiempo ordinario
Salterio II
Color: verde
INTRODUCCIÓN
La expresión Cordero de Dios evoca, en los hebreos, la imagen del siervo de Yahvé, que aparece como el cordero conducido al matadero. Es la imagen del cordero del sacrificio pascual. Siguiendo la cronología de san Juan, Jesús fue llevado a la muerte en la vigilia de la fiesta de los ácimos, vale decir en la vigilia de la pascua. En el mediodía, a la misma hora en la cual, según las prescripciones de la ley, se inmolaban en el Templo los corderos.
Después de la muerte no le fueron quebradas las piernas como a los otros condenados y, en este hecho, el evangelista ve la norma ritual que concierne al cordero de la pascua. (Jn 19, 36; Ex 12, 46).
En otras palabras, Jesús es el cordero de la nueva pascua, que con su muerte inaugura nuestra salvación. Es en esta luz que se debe leer la primera lectura. El siervo es una figura simbólica que incorpora en sí todo el destino de un pueblo, que mediante su misión revela a Dios como Salvador.
La tarea del siervo de Yahvé tiene una dimensión universal, es liberación definitiva, hasta los extremos de la Tierra. La misión del siervo es anunciar la salvación, no solamente a los descendientes carnales de Abraham, sino a toda la gente hasta los confines del mundo.
El Bautista, mandado por Dios a preparar los caminos a Jesús, Mesías y Salvador, lo muestra como el Cordero de Dios, la víctima que rescata al mundo del pecado.
Él viene en la plenitud y total posesión del Espíritu, que comunicará a los bautizados para que se salven y lleguen a ser hijos de Dios, extirpando las raíces del mal, dando a los hombre la fuerza de la gracia para liberarse, sanando los pensamientos y el corazón, Jesús da origen a una humanidad nueva.
En el inicio de la primera carta a los fieles de Corinto, Pablo habla de su propia vocación, señalándoles a los cristianos que también ellos están llamados a la fe, santificados en Cristo Jesús, es decir, consagrados a Dios, por el Bautismo. Están llamados a construir la Iglesia y a ser dignos miembros de ella, renovando y purificando incesantemente su Espíritu.
Antífona de entrada Cf. Sal 65, 4
Toda la tierra se postra ante ti, Señor, y canta en tu honor, en honor de tu nombre.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas el cielo y la tierra, escucha las súplicas de tu pueblo y concede tu paz a nuestro tiempo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Yo te destino a ser la luz de las naciones.
Lectura del libro de Isaías 49, 3-6
El Señor me dijo:
“Tú eres mi Servidor, Israel, por ti Yo me glorificaré”. Pero yo dije: “En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza”. Sin embargo, mi derecho está junto al Señor y mi retribución, junto a mi Dios. Y ahora, habla el Señor, el que me formó desde el vientre materno para que Yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a Él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. Él dice: “Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; Yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra”.
SALMO RESPONSORIAL 39, 2. 4ab. 7-10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé confiadamente en el Señor: Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Puso en mi boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije: “Aquí estoy”.
“En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón”.
Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, Tú lo sabes, Señor.
SEGUNDA LECTURA
Llegue a ustedes la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 1, 1-3
Pablo, llamado a ser Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos aquéllos que en cualquier parte invocan el nombre de Jesucristo, nuestro Señor, Señor de ellos y nuestro.
Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Jn 1, 14a. 12a
Aleluya.
La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. A todos los que la recibieron les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Aleluya.
EVANGELIO
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 29-34
Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A Él me refería, cuando dije:
Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel”.
Y Juan dio este testimonio: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre Él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo”.
Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios”.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos, hermanos, al Señor, y pidámosle que escuche compasivamente nuestras plegarias.
Por la santa Iglesia, para que Dios, nuestro Señor, le conceda la paz y la unidad y la proteja en todo el mundo, roguemos al Señor.
Por los gobernantes de nuestra patria y de todas las naciones, para que Dios, nuestro Señor, dirija sus pensamientos y decisiones hacia una paz verdadera, roguemos al Señor.
Por los que están en camino de conversión y por los que se preparan a recibir el Bautismo, para que Dios, nuestro Señor, les abra la puerta de su misericordia y les dé parte en la vida nueva de Cristo Jesús, roguemos al Señor.
Por nuestros familiares y amigos que no están ahora aquí con nosotros, para que Dios, nuestro Señor, escuche sus oraciones y lleve a la realidad sus deseos, roguemos al Señor.