Diciembre 22, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Domingo 14 de Enero de 2024

Domingo segundo del tiempo ordinario

Salterio II

Color: verde

INTRODUCCIÓN

La primera lectura, del profeta Samuel tiene un claro sentido cristológico, es decir, el niño Samuel es una figura de Jesús, el profeta enviado a las naciones, la Luz de las naciones. Jesús es el Profeta que Dios nos ha enviado. El joven Samuel aprende muy pronto a escuchar la voz de Dios: “habla, Señor, que tu siervo escucha”. Una actitud admirable que el joven Samuel aprende del sacerdote Elí. Posteriormente Samuel hablará a los demás. Pero antes tuvo que aprender a escuchar. En nuestros tiempos cuesta mucho trabajo escuchar, hay demasiados ruidos, señales, frecuencias que no nos dejan escuchar el “suave murmullo de Dios”, por lo tanto, es necesario aprender a escuchar. Debemos es vivir con un espíritu vigilante para descubrir su voz susurrante.

No olvidemos que Dios siempre nos habla y de muchas maneras, siempre al modo humano, aprovechando los acontecimientos de la vida, las realidades que nos rodean. Domingo a domingo, estamos invitados a la Mesa de la Palabra. Mesa en que se nos comunica la Palabra de Dios, más aún, él mismo se nos da como Palabra viviente que es. Buena ocasión para revisar nuestra actitud de fe ante la Palabra de Dios: escuchar con atención, para que nos encontremos con el Dios que habla en Cristo Jesús; dejarnos interpelar por su Palabra, responderle con decisión y llevar a la práctica, durante la semana, su mensaje.

No por estar en tiempo de vacaciones, debemos pasar por alto la Palabra de Dios, al contrario, el tiempo de descanso debería ser una hermosa instancia, con tranquilidad, con más tiempo, rodeados, generalmente de un entorno acogedor, para profundizar el Mensaje de Salvación del Señor.

Antífona de entrada             Cf. Sal 65, 4

Toda la tierra se postra ante ti, Señor, y canta en tu honor, en honor de tu nombre. 

Gloria

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas el cielo y la tierra, escucha las súplicas de tu pueblo y concede tu paz a nuestro tiempo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Habla, Señor, porque tu servidor escucha.

Lectura del primer libro de Samuel  3, 3b-10. 19

Samuel estaba acostado en el Templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: Aquí estoy. Samuel fue corriendo adonde estaba Elí y le dijo: Aquí estoy, porque me has llamado. Pero Elí le dijo: Yo no te llamé; vuelve a acostarte. Y él se fue a acostar.

El Señor llamó a Samuel una vez más. Él se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: Aquí estoy, porque me has llamado. Elí le respondió: Yo no te llamé, hijo mío; vuelve a acostarte. Samuel aún no conocía al Señor, y la palabra del Señor todavía no le había sido revelada. El Señor llamó a Samuel por tercera vez. El se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: Aquí estoy, porque me has llamado. Entonces Elí comprendió que era el Señor el que llamaba al joven, y dijo a Samuel: Ve a acostarte, y si alguien te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha. Y Samuel fue a acostarse en su sitio.

Entonces vino el Señor, se detuvo, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Él respondió: Habla, porque tu servidor escucha.

Samuel creció; el Señor estaba con él, y no dejó que cayera por tierra ninguna de sus palabras.

SALMO RESPONSORIAL    39, 2. 4ab. 7-10

R/Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Esperé confiadamente en el Señor: Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Puso en mi boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.

Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije: Aquí estoy.

En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón.

Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, Tú lo sabes, Señor.

SEGUNDA LECTURA

Los cuerpos de ustedes son miembros de Cristo.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 6, 13c-15a. 17-20

Hermanos:

El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder.

¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor se hace un solo espíritu con Él. Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su propio cuerpo.

¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?

Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio!

Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   Jn 1, 41. 17b

Aleluya.

Hemos encontrado al Mesías, es decir al Cristo; por Él nos han llegado la gracia y la verdad. Aleluya.

EVANGELIO

Vieron dónde vivía y se quedaron con Él.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 35-42

Estaba Juan Bautista con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: Éste es el Cordero de Dios.

Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: ¿Qué quieren?

Ellos le respondieron: Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?

Vengan y lo verán, les dijo.

Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.

Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: Hemos encontrado al Mesías, que traducido significa Cristo.

Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo:

Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas, que traducido significa Pedro.

Credo

Oración de los fieles

Oremos, hermanos, al Señor, y pidámosle que escuche compasivamente nuestras plegarias.

Por la santa Iglesia, para que Dios, nuestro Señor, le conceda la paz y la unidad y la proteja en todo el mundo, roguemos al Señor.

Por los gobernantes de nuestra patria y de todas las naciones, para que Dios, nuestro Señor, dirija sus pensamientos y decisiones hacia una paz verdadera, roguemos al Señor.

Por los que están en camino de conversión y por los que se preparan a recibir el Bautismo, para que Dios, nuestro Señor, les abra la puerta de su misericordia y les dé parte en la vida nueva de Cristo Jesús, roguemos al Señor.

Por nuestros familiares y amigos que no están ahora aquí con nosotros, para que Dios, nuestro Señor, escuche sus oraciones y lleve a la realidad sus deseos, roguemos al Señor.

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