Septiembre 16, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Jueves 13 de Junio de 2024

Jueves de la décima semana del tiempo ordinario

San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia

Memoria obligatoria 

Color: blanco

Antonio nació en Lisboa (Portugal) hacia fines del siglo XII. Ingresó en los Canónigos regulares de San Agustín. Apenas ordenado presbítero, abrazó la Orden de los Frailes menores con el fin de dedicarse a la propagación de la fe entre los pueblos del África, pero no fue así: predicó fructuosamente en Italia y convirtió a una multitud de herejes. Fue el primer profesor de Teología en su Orden. Escribió sermones llenos de ciencia y elegancia.

Murió en Padua, en el año 1231.

Antífona de entrada             Cf. Lc 4, 18 

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres y a sanar a los que se arrepienten de corazón. 

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que en san Antonio de Padua nos diste un insigne predicador del Evangelio y un intercesor en las necesidades; concédenos, con su ayuda, que viviendo cristianamente experimentemos tu protección en toda adversidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Elías oró y el cielo envió su lluvia.

Lectura del primer libro de los Reyes  18, 1-2a. 41-46

Al tercer año de la sequía, la palabra del Señor llegó a Elías en estos términos: “Ve a presentarte a Ajab, y Yo enviaré lluvia a la superficie del suelo”.

Entonces Elías partió para presentarse ante Ajab, y le dijo: “Sube a comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la lluvia”.

Ajab subió a comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se postró en tierra, con el rostro entre las rodillas. Y dijo a su servidor: “Sube y mira hacia el mar”.

Él subió, miró y dijo: “No hay nada”. Elías añadió: “Vuelve a hacerlo siete veces”. La séptima vez, el servidor dijo: “Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano”.

Elías dijo: “Ve a decir a Ajab: engancha el carro y baja, para que la lluvia no te lo impida”.

El cielo se oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para lzreel. La mano del Señor se posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la entrada de lzreel.

SALMO RESPONSORIAL    64, 10-13

R/¡Te alabamos, Señor, y bendecimos tu Nombre!

Visitas la tierra, la haces fértil y la colmas de riquezas; los canales de Dios desbordan de agua, y así preparas sus trigales.

Riegas los surcos de la tierra, emparejas sus terrones; la ablandas con aguaceros y bendices sus brotes.

Tú coronas el año con tus bienes, y a tu paso rebosa la abundancia; rebosan los pastos del desierto y las colinas se ciñen de alegría.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO       Jn 13, 34

Aleluya.

“Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, así como Yo los he amado”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Todo aquél que se enoja contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo    5, 20-26

Jesús dijo a sus discípulos: 

Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.

Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata debe ser llevado ante el tribunal. Pero Yo les digo que todo aquél que se enoja contra su hermano merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquél que lo insulta merece ser castigado por el Tribunal. Y el que lo maldice merece el infierno.

Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Trata de llegar enseguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

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