Eucaristía del Sábado 22 de Junio de 2024
Sábado de la undécima semana del tiempo ordinario
Santos Juan Fisher, obispo y Tomás Moro, mártires
Memoria libre
Color: rojo
Juan Fisher (1469) estudió teología en Cambridge (Inglaterra) y recibió el presbiterado. Nombrado obispo de Rochester, se destacó por su vida austera y por su celo de pastor en el cuidado de sus fieles.
Tomás Moro (1477) estudió en Oxford. Contrajo matrimonio y fue padre de cuatro hijos. Como canciller del rey, escribió varias obras destinadas al buen gobierno del estado, y otras en defensa de la religión.
Ambos fueron decapitados, con diferencias de días, en el año 1535 por orden del rey Enrique VIII, al no haber aprobado la disolución de su matrimonio con Catalina de Aragón.
Antífona de entrada Cf. Ap. 12, 11
Estos son los santos que han vencido por la sangre del Cordero, y no amaron tanto su vida como para rechazar la muerte; por eso reinan con Cristo para siempre. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que hiciste del martirio la suprema expresión de la verdadera fe; concédenos que, fortalecidos por la intercesión de los santos Juan Fisher y Tomás Moro, confirmemos con el testimonio de nuestra vida la fe que profesamos con los labios. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Zacarías, al que asesinaron entre el santuario y el altar.
Lectura del segundo libro de las Crónicas 24, 17-25
Después de la muerte de Iehoiadá, los jefes de Judá fueron a postrarse delante del rey, y éste se dejó llevar por sus palabras. Entonces abandonaron la Casa del Señor, el Dios de sus padres, y rindieron culto a los postes sagrados y a los ídolos. Por este pecado, se desató la indignación del Señor contra Judá y Jerusalén. Les envió profetas que dieron testimonio contra ellos, para que se convirtieran al Señor, pero no quisieron escucharlos.
El espíritu de Dios revistió a Zacarías, hijo del sacerdote Iehoiadá, y éste se presentó delante del pueblo y les dijo: “Así habla Dios: ¿Por qué quebrantan los mandamientos del Señor? Así no conseguirán nada. ¡Por haber abandonado al Señor, Él los abandonará a ustedes!”
Ellos se confabularon contra él, y por orden del rey lo apedrearon en el atrio de la Casa del Señor. El rey Joás no se acordó de la fidelidad que le había profesado Iehoiadá, padre de Zacarías, e hizo matar a su hijo, el cual exclamó al morir: “¡Que el Señor vea esto y les pida cuenta!”
Al comenzar el año, el ejército de los arameos subió a combatir contra Joás. Invadieron Judá y Jerusalén, ejecutaron a todos los jefes que había en el pueblo, y enviaron el botín al rey de Damasco. Aunque el ejército de Arám había venido con pocos hombres, el Señor entregó en sus manos a un ejército mucho más numeroso, por haberlo abandonado a Él, el Dios de sus padres. De esta manera, los arameos hicieron justicia con Joás, y cuando se fueron, lo dejaron gravemente enfermo.
Sus servidores tramaron una conspiración contra él para vengar la sangre del hijo del sacerdote Iehoiadá, y lo mataron cuando estaba en su lecho. Así murió, y fue sepultado en la Ciudad de David, pero no en el sepulcro de los reyes.
SALMO RESPONSORIAL 88, 4-5. 29-35
R/. El Señor asegura su amor eternamente.
Yo sellé una Alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: “Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones”.
Le aseguraré mi amor eternamente, y mi Alianza será estable para él; le daré una descendencia eterna y un trono duradero como el cielo.
Si sus hijos abandonan mi enseñanza y no proceden de acuerdo con mis juicios; si profanan mis preceptos y no observan mis mandamientos, castigaré sus rebeldías con la vara y sus culpas, con el látigo.
Pero a él no le retiraré mi amor ni desmentiré mi fidelidad; no quebrantaré mi Alianza ni cambiaré lo que salió de mis labios.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO 2Cor 8, 9
Aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza. Aleluya.
EVANGELIO
No se inquieten por el día de mañana.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6, 24-34
Dijo Jesús a sus discípulos:
Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.
Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer o qué van a beber, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?
Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros y, sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida?
¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!
No se inquieten entonces, diciendo: “¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?” Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.
Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.