Septiembre 16, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Domingo 18 de Agosto de 2024

Domingo vigésimo del tiempo ordinario

Salterio IV

Color: verde

INTRODUCCIÓN

Jesús en el Evangelio ofrece un pan y una bebida eterna: su Cuerpo y su Sangre en la celebración Eucarística. Es un alimento que supera con mucho el maná que se comió en el desierto. De esta manera Jesús indica la plenitud que Él entrega en su Muerte y Resurrección. La fuerza de su Resurrección rompe con las condiciones del tiempo y nos arranca y nos lleva a la vida eterna. Incluso nuestro cuerpo entrará en la gloria eterna, de manera que seamos totalmente felices y glorificados. Toda la obra de nuestra redención se cumple en el Señor Jesucristo por medio de la donación de sí mismo. La Eucaristía recapitula toda la historia de salvación y es en ella que la comunidad cristiana encuentra su raíz, su fuerza, la fuente de la vida. No se puede concebir una comunidad sin Eucaristía. Es ella la que alimenta nuestro compromiso cristiano. No se puede concebir un cristiano sin Eucaristía, porque de ella saca la fuerza para vivir en la solidaridad con sus hermanos más necesitados. Alimentarse del Señor en la Eucaristía es alimentarse de la vida eterna, es mirar los dones del cielo, compartiendo con nuestros hermanos más necesitados.

La Mesa está servida: es el Señor quien se nos ofrece. Vamos con Él que ahí encontraremos el alimento de la vida.

Antífona de entrada             Sal 83, 10-11 

Señor, protector nuestro, mira el rostro de tu Ungido, porque vale más un día en tus atrios que mil en otra parte. 

Gloria

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde en nuestros corazones la ternura de tu amor para que, amándote en todas y sobre todas las cosas, alcancemos tus promesas que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé.

Lectura del libro de los Proverbios 9, 1-6

La Sabiduría edificó su casa, talló sus siete columnas, inmoló sus víctimas, mezcló su vino, y también preparó su mesa.

Ella envió a sus servidoras a proclamar sobre los sitios más altos de la ciudad:

El que sea incauto, que venga aquí. Y al falto de entendimiento, le dice:

Vengan, coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé.

Abandonen la ingenuidad, y vivirán, y sigan derecho por el camino de la inteligencia.

SALMO RESPONSORIAL   33, 2-3. 10-15

R/¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren.

Teman al Señor, todos sus santos, porque nada faltará a los que lo temen. Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen de nada.

Vengan, hijos, escuchen: voy a enseñarles el temor del Señor. ¿Quién es el hombre que ama la vida y desea gozar de días felices?

Guarda tu lengua del mal, y tus labios de palabras mentirosas. Apártate del mal y practica el bien, busca la paz y sigue tras ella.

SEGUNDA LECTURA 

Traten de saber cuál es la voluntad del Señor.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso   5, 15-20

Hermanos:

Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos.

No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor.

No abusen del vino que lleva al libertinaje; más bien, llénense del Espíritu Santo.

Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al Señor de todo corazón.

Siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Jn 6, 56

Aleluya.

El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Mi carne es la verdadera comida, y mi sangre, la verdadera bebida.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 51-59

Jesús dijo a los judíos:

Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo.

Los judíos discutían entre sí, diciendo: ¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?

Jesús les respondió:

Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día.

Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él. Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente.

Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm.

Credo

Oración de los fieles

Presentemos, hermanos, nuestras súplicas al Señor y pidámosle que atienda a sus hijos según las necesidades de cada uno de ellos:

Roguemos al Señor por quienes, a causa de su enfermedad, porque están al servicio de sus hermanos o por cualquier otro motivo, no han podido venir a celebrar con nosotros este domingo; a fin de que, ya que no pueden participar de la alegría de esta celebración, no se vean privados nunca del gozo del Señor.

Roguemos por los que ayudan a los pobres o hacen obras de misericordia en favor de sus hermanos, para que Dios premie abundantemente el bien que hacen, y lo que reparten a sus hermanos el Señor lo multiplique y lo convierta para ellos en premio de vida eterna.

Roguemos por los que están de viaje, por los que tienen que vivir fuera de su hogar o alejados de sus familiares y amigos, para que Dios los proteja de todo peligro, los ayude en sus dificultades y les conceda retornar, sanos y salvos, a sus hogares.

Roguemos finalmente por nosotros mismos, para que el Señor nos haga perseverar en la fe cristiana, nos ayude a conocer más y más el Evangelio de Cristo, nos guarde de todo mal y nos conceda alcanzar la vida eterna.

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