Eucaristía del Domingo 20 de Octubre de 2024
Domingo vigesimonoveno del tiempo ordinario
Salterio I
Color: verde
En el contexto del tercer anuncio de la Pasión de Jesús, la Liturgia nos da a contemplar a Jesús servidor.
Los discípulos siguen a Jesús de manera titubeante, todavía ellos, a pesar de las enseñanzas de los Domingos anteriores, siguen envueltos en los criterios y orientaciones terrenas de sus esperanzas y ensueños de grandeza humana.
Así Jesús se ve obligado a instruirles en sus enseñanzas, delinea claramente el camino para llegar a compartir la gloria y les formula aquellas bases, que han de ser la ley constitutiva de la comunidad cristiana.
Los requerimientos para compartir con él en la gloria son el “beber el cáliz…y recibir el bautismo..”. Dos figuras que evocan la “amargura del sufrimiento, la participación e inmersión en Pasión y Muerte de Jesús”. Señalando así el camino de la gloria.
Jesús se ve en la necesidad de reiterar las enseñanzas sobre el servicio, proclamando la ley que siempre ha de estar vigente en la comunidad cristiana, cada uno debe ser servidor de los demás.
Caracterizada por el servicio, la comunidad cristiana ha de vivir lejos de ambiciones y dominios, actitudes profundamente arraigadas en el corazón humano, que dañan tanto como el apego a las riquezas. (Domingo recién pasado).
Si alguna característica, más allá del amor, ha de tener la comunidad cristiana, es la del servicio, que brota del mismo amor.
En la comunidad cristiana, cada uno debe hacerse servidor de los demás, es su distintivo, la comunidad debe estar sobre la base del servicio y no tanto de la autoridad.
La comunidad de los discípulos de Cristo se validará, en la medida que sea una comunidad servidora de sí misma y de los demás.
En este día en que celebramos la Jornada Mundial de las Misiones, la comunidad cristiana está llamada a ser misionera, sirviendo al Evangelio, proclamándolo a los hermanos que están más alejados. La comunidad cristiana, testimoniando ser una comunidad servidora, también misiona a un mundo que muchas veces va tras las esperanzas y sueños que surgen de un aprovecharse del poder, haciendo de él un instrumento para servirse, más que para servir, especialmente a los más débiles.
Nos unimos también al Santo Padre en este aniversario de la Iglesia Universal. Oremos por el “Siervo de los Siervos de Dios”.
Antífona de entrada Sal 16, 6. 8
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. Protégeme como a la pupila de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, concédenos permanecer fieles a tu santa voluntad y servirte con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Si ofrece su vida en sacrificio, verá su descendencia.
Lectura del libro de Isaías 53, 10-11
El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado.
Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos.
SALMO RESPONSORIAL 32, 4-5.18-20. 22
R/. Señor, que descienda tu amor sobre nosotros.
La palabra del Señor es recta y Él obra siempre con lealtad; Él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia.
Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti.
SEGUNDA LECTURA
Vayamos confiadamente al trono de la gracia.
Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16
Hermanos:
Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, Él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.
Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mc 10, 45
Aleluya.
El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. Aleluya.
EVANGELIO
El Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 35-45
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”.
Él les respondió: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”
Ellos le dijeron: “Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”.
Jesús les dijo: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé y recibir el bautismo que Yo recibiré?”
“Podemos”, le respondieron.
Entonces Jesús agregó: “Ustedes beberán el cáliz que Yo beberé y recibirán el mismo bautismo que Yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados”.
Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que aquéllos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
Credo
ORACIÓN DE LOS FIELES
Invoquemos, hermanos, al Señor, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad:
Para que el Señor avive el corazón de los fieles y los empuje a trabajar en la salvación de todos los hombres y en el anuncio del Evangelio a todos los pueblos, roguemos al Señor.
Para que sean desterradas todas las divisiones que separan a pueblos y razas, y se mantengan firmes en la sociedad humana la igualdad y la justicia, roguemos al Señor.
Para que los prófugos, los exiliados, los rechazados por la sociedad y los abandonados puedan regresar a la patria y para que el Señor conceda a todos un corazón bondadoso para con los pobres y forasteros, roguemos al Señor.
Para que Dios infunda en nuestros corazones su Espíritu de amor, a fin de que, revestidos con los mismos sentimientos de Cristo, amemos a Dios en los hermanos, roguemos al Señor.