Eucaristía del Domingo 29 de Diciembre de 2024
La Sagrada Familia de Jesús, María y José
Fiesta
Color: blanco
En la familia no todo es idilio, paz y serenidad. Ésta pasa muchas veces por el sufrimiento, por las dificultades, por las crisis del trabajo, las inmigraciones. En la Sagrada Familia, como en toda familia, existen alegrías y sufrimientos.
La liturgia, al proponernos las dos primeras lecturas, manifiesta la intención de la Iglesia de proponer la Sagrada Familia como modelo de la vida cristiana. La primera lectura nos recuerda el honrar al padre y a la madre según la voluntad del Señor.
A la Sagrada Familia no le fue extraño el sufrimiento. La persecución de Herodes la lleva, al alba de la vida de Jesús, a tener que enfrentar riesgos que no dañaron la fe de María y de José, y de su obediencia a la voluntad del Señor. Voluntad el Señor que los protege y los guía. Obedeciendo la voluntad de Dios, la Sagrada Familia de salvó. El secreto de la cohesión de la prosperidad de la familia cristiana es una fe intrépida, una esperanza lúcida, una amoroso y sufrida fidelidad a la voluntad que el Señor ha expresado en sus mandamientos.
En este domingo, pongamos en el centro de nuestra Eucaristía a todas las familias especialmente a todas aquellas que sufren dificultad, a las que experimentan la amargura de la cesantía, a las que experimentan el dolor de la separación, a las que se les asoma la posibilidad de un quiebre. Por nuestra mirada en la familia de Jesús, María y José, oremos por todas las familias.
Antífona de entrada Cf. Lc 2, 16
Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios y Padre nuestro, que en la Sagrada Familia nos ofreces un verdadero modelo de vida, concédenos que, imitando en nuestros hogares las mismas virtudes y unidos por el amor, podamos llegar, todos juntos, a gozar de los premios eternos en la casa del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Samuel, para toda su vida, queda cedido al Señor.
Lectura del primer libro de Samuel 1, 20-22. 24-28
En aquellos días, Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo: “Se lo he pedido al Señor”.
El marido, Elcaná, subió con toda su familia para ofrecer al Señor el sacrificio anual y cumplir su voto. Pero Ana no subió, porque dijo a su marido: “No iré hasta que el niño deje de mamar. Entonces lo llevaré y él se presentará delante el Señor y se quedará allí para siempre”. Cuando el niño dejó de mamar, lo subió con ella, llevando además un novillo de tres años, una mediada de harina y un odre de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en Silo. El niño era aún muy pequeño. Y después de inmolar el novillo, se lo llevaron a Elí.
Ella dijo: “Perdón, señor mío, ¡por tu vida, señor!, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti, para orar al Señor. Era este niño lo que yo suplicaba al Señor, y Él me concedió lo que le pedía. Ahora yo, a mi vez, se lo cedo a Él: para toda su vida queda cedido al Señor”. Después se postraron delante del Señor.
SALMO RESPONSORIAL 83, 2-3. 5-6. 9-10
R/. ¡Señor, felices los que habitan en tu Casa!
¡Qué amable es tu Morada, Señor del Universo! Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente.
¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar! ¡Felices los que encuentran su fuerza en ti, al emprender la peregrinación!
Señor del universo, oye mi plegaria, escucha, Dios de Jacob; protege, Dios, a nuestro Escudo y mira el rostro de tu Ungido
SEGUNDA LECTURA
Nos llamamos y somos hijos de Dios.
Lectura de la primera carta de san Juan 3, 1-2. 21-24
Queridos hermanos:
¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él.
Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha
manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es.
Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercamos a Dios con plena confianza, y Él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es éste: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como Él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Cf. Hech 16, 14b
Aleluya.
Señor, toca nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluya.
EVANGELIO
Jesús entre los doctores de la Ley es hallado por sus padres.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 2,41-52
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de Él.
Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.
Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo:
“Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”.
Jesús les respondió: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que Yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?” Ellos no entendieron lo que les decía.
Credo
Oración de los fieles
Oremos, hermanos, a Jesucristo, el Señor, que, para santificar la familia, quiso compartir la vida de un hogar humano:
Para que el Señor, que quiso participar de la vida de familia en el hogar de María y José, mantenga en paz y armonía a todas las familias cristianas, roguemos al Señor.
Para que los novios sientan la presencia de Dios en la vivencia de su amor mutuo y se preparen santamente para su matrimonio, roguemos al Señor.
Para que Dios ilumine y consuele a las familias desunidas, a los esposos que han de vivir separados por causa del trabajo, a los hijos de los divorciados, a los hogares sin hijos y a los que lloran la muerte de sus familiares, roguemos al Señor.
Para que nos esforcemos por vivir en paz y armonía con nuestros familiares (con los miembros de nuestra comunidad), superando con bondad, comprensión y caridad fraterna nuestras mutuas desavenencias, roguemos al Señor.