Eucaristía del Viernes 17 de Enero de 2025
Viernes de la primera semana del tiempo ordinario
San Antonio, abad
Memoria obligatoria
Color: blanco
Antonio, el preclaro padre de los monjes, nació en Egipto alrededor del año 250. A la edad de 20 años, habiendo leído en el Evangelio: “Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y luego, ven y sígueme”, se retiró al desierto donde llevó, durante casi un siglo, una vida de austeridad, como vía de acceso a la intimidad del Dios vivo. Muchos otros, siguiendo su ejemplo, se retiraron con él, que se convirtió entonces en el abad de una comunidad.
Trabajó por el bien de la Iglesia, manteniendo la fe de muchos cristianos durante la persecución de Diocleciano y ayudando a san Atanasio contra los arrianos. Murió en el año 356.
Antífona de entrada CL Sal 91, 13-14
El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano; trasplantado en la casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios.
ORACIÓN COLECTA
Dios y Señor nuestro, que otorgaste al abad san Antonio la gracia de servirte en el desierto con una vida admirable; concédenos, por su intercesión, que renunciando a nosotros mismos, te amemos siempre y sobre todas las cosas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Esforcémonos por entrar en ese reposo.
Lectura de la carta a los Hebreos 4, 1-5. 11
Hermanos:
Temamos, mientras permanece en vigor la promesa de entrar en el Reposo de Dios, no sea que alguno de ustedes se vea excluido. Porque también nosotros, como los que salieron de Egipto con Moisés, hemos recibido una buena noticia; pero la Palabra que ellos oyeron no les sirvió de nada, porque no se unieron por la fe a aquellos que la aceptaron. Nosotros, en cambio, los que hemos creído, vamos hacia aquel Reposo del cual se dijo: “Entonces juré en mi indignación: Jamás entrarán en mi Reposo”.
En realidad, las obras de Dios estaban concluidas desde la creación del mundo, ya que en cierto pasaje se dice acerca del séptimo día de la creación: “Y Dios descansó de todas sus obras en el séptimo día”; y en éste, a su vez, se dice: “Jamás entrarán en mi Reposo”.
Esforcémonos, entonces, por entrar en ese Reposo, a fin de que nadie caiga imitando aquel ejemplo de desobediencia.
SALMO RESPONSORIAL 77, 3. 4bc. 6c-8
R/. ¡No olvidemos las proezas del Señor!
Lo que hemos oído y aprendido, lo que nos contaron nuestros padres, lo narraremos a la próxima generación: son las glorias del Señor y su poder.
Así podrán contarlas a sus propios hijos, para que pongan su confianza en Dios, para que no se olviden de sus proezas y observen sus mandamientos.
Así no serán como sus padres, una raza obstinada y rebelde, una raza de corazón inconstante y de espíritu infiel a Dios.
ACLAMACIÓN AL Evangelio Lc 7, 16
Aleluya.
Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluya.
EVANGELIO
El Hijo del hombre tiene sobre la tierra el Poder de perdonar los pecados.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 2, 1-12
Jesús volvió a Cafarnaúm y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y Él les anunciaba la Palabra.
Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a Él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”.
Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: “¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?”
Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: “¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o “Levántate, toma tu camilla y camina”? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.
Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: “Nunca hemos visto nada igual”.